Nos despertamos con el rezo de
las 5h en Essaouira, pero hasta las
8h no subimos a la terraza del Riad Le
Grand Large a disfrutar del desayuno que nos esperaba. A las 9.15h ya
estábamos en la estación del autobús, donde nos hicieron pagar 5 MAD (0.50€)
por dejar la mochila de Chencho (obligados) en el maletero, y pusimos rumbo a Marrakech.
Con el sol en todo su esplendor,
nos hicimos los “machotes” andando desde la estación de Marrakech hasta el riad
donde dormiríamos las dos noches siguientes. Vamos, que con las mochilas a
cuestas nos pegamos una buena paliza para encontrarlo, pero valió la pena. En
el Riad Bonheur nos sentimos como en
casa, nos ofrecieron agua, té, zumo,… y estuvimos charlando con los dueños
mientras comíamos los bocatas tranquilamente.
Era hora de conocer Marrakech.
Tras las indicaciones que nos dieron en el riad, comenzamos por la Madraza de Ben Youssef, un antiguo
colegio con habitaciones muy pequeñas y en el centro un amplio patio. A pocos
metros, entramos en el Museo de
Marrakech, donde nos hicieron una colorida postal con nuestro nombre en árabe.
Patio Madraza Ben Youssef - Marrakech |
Museo de Marrakech |
Justo a la salida del museo, nos
ocurrió algo sobre lo que ya habíamos leído, se nos acercó un chaval diciéndonos
que fuésemos a ver las curtidurías,
que eran los últimos días que se podía ver “a
puerta abierta gratis”. Sabíamos que de gratis no tenía un pelo, pero nos
picaba la curiosidad sobre cómo nos lo explicarían y ver cómo es el proceso,
así que fuimos guiados por un “amigo” suyo.
Curtidurias - Marrakech |
En una hora, con la menta en
nuestras manos para aguantar el olor del lugar, nos explicaron las pautas que
seguían para hacer el cuero, y por supuesto, nos llevaron a la tienda de la
asociación para vendernos unas babuchas o cualquier cosa si colaba, pero no
llegamos a ningún acuerdo. Así que, le dimos unos dírhams por la excelente guía
que nos hizo en medio español – francés y volvimos a las laberínticas calles de
Marrakech.
Aún no habíamos pisado el punto
principal de la ciudad, la Plaza Jamaa
el Fna, pero en apenas 10 minutos estábamos allí. Era una plaza que
rebosaba vida, con puestecitos que estaban preparando para empezar a servir las
cenas, con espectáculos de bailes, con un vaivén de gente imparable.
Plaza Jamaa El Fna - Marrakech |
Subimos a la terraza del conocido
Café Glacier para presenciar el atardecer con la Mezquita de la Koutubia de frente y las vistas a la Plaza Jamaa el
Fna, impresionante. Después de estar todo el día andando de un lado a otro,
este ratito de tranquilidad nos supo a gloria.
Puestos Plaza Jamaa El Fna- Marrakech |
Como era de esperar, dimos una
vuelta de reconocimiento por los puestos de la plaza y nos sentamos en uno
donde nos sirvieron unos platos riquísimos de sopa marroquí, cuscús y varias
brochetas para cenar.
Sopa marroquí - Marrakech |
Cuscús - Marrakech |
Marruecos estaba empezando a
meterse en nuestra piel, y haciéndose un huequito en nuestro corazón.
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