El tercer día en
Marruecos nos esperaba un día intenso en Marrakech. Teníamos
previsto ver las atracciones más importantes de la ciudad ya
que al día siguiente al mediodía teníamos el vuelo de vuelta a
Madrid y queríamos aprovechar las horas al máximo, no nos queríamos dejar nada en el tintero.
Cargamos pilas con el
desayuno del Riad Bonheur y pusimos rumbo hacia nuestra primera parada del día, el
Palais de la Bahia. Es una construcción del siglo XIX con
jardines, patios y unas 150 habitaciones decoradas al detalle pero
que tras la muerte del gran visir Sidi Moussa, fue saqueado. Por lo
tanto, las habitaciones están vacías, pero la visita vale la pena
para conocer la arquitectura marroquí que sus paredes, puertas y
techos muestran; nosotros inconscientemente nos quedábamos varios
minutos mirando al techo con la boca abierta. El palacio en total
tiene 8 hectáreas, aunque no todo es visitable ya que hay una zona
privada, sino hubiésemos pasado toda la mañana allí.
Palais de la Bahia - Marrakech |
Continuamos la visita en
otro palacio, el Palais el-Badi. La entrada nos costó lo
mismo que en el Palacio de la Bahía, 10 dirhams por persona. Badi es
un palacio que fue construido por el sultán Said Ahmed el-Mansour
Saadi para celebrar la victoria sobre las tropas portuguesas en 1578.
Hoy en día, es una explanada enorme que está en ruinas y solo
podíamos pasear e imaginarnos cómo habría sido el Palacio Badi
hace siglos. Subimos acalorados por el sol a su torre desde donde se
podía apreciar la extensión del palacio y unas magníficas vistas
de los tejados de la ciudad de Marrakech.
Palais el Badi - Marrakech |
La siguiente parada nos
resultaba un poco extraña, visitar unas tumbas no nos apasionaba
pero después, tenemos que decir que lograron llamar nuestra atención. Las
Tumbas Saadies es el lugar donde están enterrados los
familiares de la dinastía Saadi, sus sirvientes y guerreros. Lo
curioso de este lugar es que no fue descubierto hasta 1917 (llevan
ahí desde los tiempos del sultán Ahmad-al-Mansur entre 1578-1603).
Según entramos nos encontramos con un jardín repleto de tumbas con
una decoración entre columnas y mosaicos de azulejos de colores que
creaba un entorno singular, sin duda una buena muestra del arte
andalusí.
Tumbas Saadies - Marrakech |
El sol pegaba fuerte
aquel día, y yo no aguantaba más con los vaqueros apretados así que
nos dirigimos hacia el zoco a buscar algún “chollo” para
que estuviese más fresquita. Tras visitar varias tiendas y un poco
de regateo, conseguí encontrar unos pantalones finitos y sueltos que
me dieron la vida durante la mitad del día que nos quedaba.
Ya era hora de comer,
aunque con el calor que hacía teníamos más bien poco apetito, así
que nos dejamos caer en el primer puesto con el que nos cruzamos y
disfrutamos de un plato de cuscús y un tagine de pollo riquísimo
para los dos (bueno, y con la compañía de un gato que buscaba cariño…).
Cuscús de verdura y pollo - Marrakech |
Con la energía renovada
decidimos pasar las siguientes horas sentados en una calesa.
Nos dirigimos a la plaza Jamaa el Fna y tratamos de llegar a
un acuerdo para hacer un paseo en calesa por el barrio nuevo, El
Palmeral y el Jardín de Majorelle. Después de diez minutos
conseguimos que nos llevasen a los tres sitios por 150 dírhams cada
uno (más o menos el precio que nos habían recomendado, tras 10
minutos regateando ya queríamos cerrar el “trato” y no perder más tiempo).
Volvimos a salir fuera
de la medina de Marrakech y conocimos calles que no habíamos
pisado aún. En una mezcla entre inglés-francés-español
intentábamos hablar con el hombre que nos llevaba para que nos
explicase un poco lo que íbamos viendo. Nos contó que en ese barrio
vivía gente adinerada y no hacía falta que nos lo dijese para
saberlo, había mansiones enormes con unas entradas impresionantes a
las casas, nos pareció un contraste total con la otra parte (la medina) que ya
conocíamos de la ciudad.
Calesa - Marrakech |
Llegamos al famoso
Palmeral, y sí era lo que nos esperábamos, una extensión
interminable de tierra y palmeras salida como de la nada. De antemano
teníamos claro que no íbamos a montar en camello allí, así que
hicimos una parada de unos diez minutos dejando que nuestro conductor
comiese un aperitivo, sacamos las fotos de rigor y de nuevo tomamos
rumbo a una de las paradas que más deseaba hacer con la calesa.
El Palmeral - Marrakech |
El Jardín de
Majorelle, es el jardín botánico famoso creado por Jacques
Majorelle en 1924. Tras su fallecimiento, el jardín fue abandonado
hasta que revivió gracias a Yves Saint Laurent y Pierre Bergé, los
nuevos propietarios que además, crearon lo que hoy en día es el
museo bereber. Cuando entramos al jardín solo veíamos verde y azul
intenso (el típico azul de las macetas para ahuyentar a los
insectos), donde se concentraba una vegetación espectacular: bambú,
cactus,... y cientos de especies más. Fue una pena que solo
tuviésemos media hora para verlo, nos estaba esperando el conductor
de la calesa, había bastante cola y no nos dio tiempo ni a ver el museo (una espinita
clavada que nos trajimos).
El Jardin de Majorelle - Marrakech |
Eran las 17.30h de la
tarde y ya habíamos visto todo lo que teníamos previsto, así que
improvisamos y nos hicimos los valientes yendo a pie
hasta el Parque de Menara. Unos 40 minutos andando desde la
Plaza Jamaa el Fna bajo el querido Lorenzo, que como sabéis, pegaba
bien ese día y la calle se nos hizo interminable, dudamos sobre si
fue buena idea ir andando... Estábamos tan cansados que nos
tomamos un merecidísimo zumo de naranja fresquito y nos sentamos frente
al lago/charca a descansar y ver a los niños jugar.
Volvimos en taxi a la
Plaza Jamaa El Fna y disfrutamos tras tanto ajetreo de un precioso atardecer
desde la terraza del Hotel Restaurante Café de France acompañados por unos refrescos.
Y para redondear el día, cenamos pescadito en uno
de los puestos de la Plaza Jamaa El Fna como la noche
anterior, rodeados de gente y un mix de olores a comida recién
hecha, ya casi sintiéndonos como en casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario