El pasado 28 de abril volamos desde Madrid a Marrakech en nuestro primer
viaje a Marruecos. Estábamos nerviosos y ansiosos por llegar y conocer todo
sobre lo que habíamos estado leyendo los días atrás.
Como llegábamos tarde,
directamente fuimos al Riad donde pasaríamos la noche y a la mañana siguiente
cogeríamos el autobús a Essaouira. Por eso, contamos como día 1 el día
siguiente, pero os lo vamos a contar desde el primer minuto que pisamos la llamada
“ciudad roja”. Bueno, incluso desde
Madrid, donde tuvimos nuestros primeros
“inconvenientes” antes de viajar:
yo no pude sacar ni un euro por un problema con el banco y Chencho tuvo que
coger un taxi desde el curro porque si no perdía el vuelo. ¿Qué buen comienzo eh?
Aterrizamos en Marrakech sobre las 23.30h y
como viajábamos de mochileros, no
tuvimos que esperar por las maletas. De apenas 100€ en efectivo que teníamos, cambiamos la mitad allí mismo (511 dirhams) pensando que igual en otro sitio
estaría mejor el cambio, aunque al final resultó que ese no estaba mal. Al
cruzar las puertas del aeropuerto, nos encontramos con muchísimas personas
agarrando carteles donde ponía Riad “no
sé qué”, Mr. “no sé quién”… Pero ninguno de ellos esperándonos a nosotros
que habíamos ido por libre y teníamos que buscarnos la vida para llegar al
Riad. Estuvimos unos minutos fuera del aeropuerto esperando a algún viajero
para compartir taxi, pero fuimos de los pocos que habían ido sin el traslado
al alojamiento contratado. Así que después de preguntar el precio, cogimos
el primer taxi que se nos acercó y nos llevó hasta la calle más cercana al Riad
por 150 dirhams (15€).
El camino hasta el Riad se nos hizo eterno, empezamos a callejear y
no encontrábamos sentido a los números de las puertas, las calles eran como
pasadizos con poca luz donde solo escuchábamos nuestra respiración, no nos
cruzamos con nadie y en ningún sitio veíamos el cartel con el nombre del Riad.
Pasados unos cinco-diez minutos (para nosotros
veinte) vimos a un chico saliendo de una casa y le preguntamos por el Riad Amskal, nos contestó: aquí, ¡por fin habíamos llegado al
alojamiento! Enseguida nos llevaron a la habitación, una habitación simple con
dos camas y un baño, donde caímos rendidos.
Chencho hablando con el chico del Riad Amskal - Marrakech |
Nos despertamos, desayunamos
tranquilamente y se nos fue el tiempo de
las manos; nos liamos a hablar con el chico del Riad sobre Marrakech y
Essaouira, nos enseñó la terraza, hablamos de fútbol,… y cuando llegamos a la
estación de autobús para coger el billete a Essaouira hasta las 12h no salía el
siguiente. Así que fuimos a comprar pan y unos plátanos por menos de
1€ y como el viaje duraba dos horas y
media, aprovechamos para comer en el trayecto.
Riad Amskal - Marrakech |
Sobre las tres de la tarde ya
estábamos en el pueblo pesquero de
Essaouira. Nos invitaron a tomar un té de menta (típico de Marruecos) en la preciosa terraza azul del Riad Le Grand Large (nuestro alojamiento). Se estaba de lujo,
pero ya era hora de ir a conocer Essaouira.
Té de menta en el Riad Le Grand Large - Essaouira |
Lo primero que hicimos fue conseguir un mapa. El chico del hotel
nos mostró en el mapa lo que había que ver y decidimos empezar por el mirador. En Skala de la Kasbah hacía muchísimo viento y después de sacar fotos
imposibles con los pelos a lo loco (¡qué
suerte tiene Chencho!), paseamos junto a los cañones y continuamos junto a
las miles de tiendas y puestos por la calle de la Skala hacia una de las plazas
principales. En la Plaza Moulay Hassan
pudimos sacar algo de dinero para los siguientes días y enseguida se nos
acercaron varias personas ofreciéndonos “galletas de la risa”, que obviamente
no compramos.
Skala de la Kasbah - Essaouira |
Continuamos hacia Skala du Port (el puerto), donde muchísimas gaviotas nos sobrevolaban ¡qué pasada había cientos! Claro, aún
estaban vendiendo pescado en los puestitos del puerto y esperaban pillar cacho…
La verdad que el olor era bastante fuerte, ¿qué
se va a esperar de un puerto pesquero no? También nos quedamos un buen rato
cotilleando cómo arreglaban los barcos. Nos guiamos por la costa y nos paramos
unos minutos contemplando la larguísima
y anchísima playa de Essaouira donde había niños jugando al fútbol y al
vóley.
Con nuestras amigas las gaviotas - Essaouira |
Puerto - Essaouira |
Playa - Essaouira |
Antes de volver a entrar en la
medina echamos un vistazo a la Plaza de
Orson Welles, dedicada al director ya que rodó la película Otelo allí, aunque
nos pareció que estaba un poco descuidada. Volvimos a adentrarnos en la medina por la Avenida Okba cruzando
la puerta Bab Moulay Youssef dejando la mezquita a la derecha (donde no se puede entrar sin ser musulmán), con la
intención de echar un vistazo a los puestos.
Bab Moulay - Essaouira |
Entrada Mezquita - Essaouira |
Nos invitaron
a pasar a uno de los puestos y mientras hablábamos sobre el viaje nos prepararon un súper mix de té junto a un chico finlandés
que viajaba solo. También nos enseñaron más cosas que tenían en la tienda: especias,
pastillas de olor para la ropa,… y al
final caímos en la tentación y compramos una pastilla de jazmín y una bolsa del
mix de té pero más light, que el que nos dieron estaba muy fuerte. Estuvimos otra hora hablando con otro chico de un puesto de ropa sobre la diferencia entre nuestras culturas, fue una conversación súper interesante. El hombre hablaba un inglés genial y nos
mostró otra perspectiva, quizás más moderna de su cultura.
Tienda donde nos invitaron al té - Essaouira |
Ya era tarde y con lo
cansados que estábamos enseguida elegimos un sitio donde coger energía. Cenamos en Snack Mogador por 90 dirhams (9€) dos tortillas, una de queso y otra de pollo con patatas que estaban riquísimas
acompañadas por el pan llamado msemen o
rghaif que ya nos había cautivado.
Cena: Omelettes y msemen - Essaouira |
Sobre las 22h subimos a la
terraza del riad, observamos las calles casi irreconocibles que ya estaban desiertas.
Nos dormimos con buen sabor de boca del primer día en Marruecos, un día genial conociendo
gente y una cultura diferente.
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