Era
una fría mañana de niebla donde el ruido de la lumbre de una pequeña estufa nos
protegía del frío en la habitación número 12 del Ngorongoro Rhino Lodge.
Al salir de la habitación para tomar el desayuno a escasos metros vimos cómo algunos
ñus y cebras pastaban. Ese día comenzaba nuestra ruta por el extenso Parque
Nacional del Serengeti o “Llanura Sin Fin”.
Con
una extensión de 14.763km2, el Serengeti alberga una gran densidad
de depredadores, destacando los leones, guepardos, leopardos, hienas y chacales. También hay una gran presencia de
jirafas, hipopótamos, alces, gacelas y cocodrilos. Sin olvidarnos de sus más de
450 especies de aves. En cuanto a su flora, destaca el árbol salchicha cuyo
fruto puede llegar a pesar unos 10kg, y la acacia umbrella o paraguas.
Una
vez recorridos casi 150km, paramos a ayudar a unos compañeros que hacían otro
safari cuyo 4x4 había pinchado, solucionado el problema, continuamos rumbo al
Serengeti.
Por
el camino pudimos ver preciosas jirafas. Las jirafas son el símbolo de
Tanzania y representan el carácter de los tanzanos, un carácter tranquilo y pacífico.
Son animales solitarios, aunque para beber suelen ir acompañadas para evitar
ser atacadas, llegan a medir los 6 metros de altura y su ciclo de vida es de 35
años.
Como
decía el gran Solomon, tras 2 horas y media de “masaje africano” (botando en el
coche) llegamos a las puertas del Parque Nacional de Serengeti.
Casi en el corazón del Serengeti (o eso nos parecía), agazapado bajo un arbusto
se encontraba divisando el horizonte un guepardo. Algunos datos que aprendimos sobre el guepardo son:
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Es un animal de llanura que suele ir solo, excepto cuando son crías.
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Cazan por el día, porque por la noche no ven, y sus presas suelen ser gacelas y
las crías de los ñus y de las cebras.
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Solo comen la carne que matan ellos mismos.
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Debido a su esbelto cuerpo, alcanzan unos 110 km/h .
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Viven entre 12-15 años y crían entre 4-5 cachorros.
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Su embarazo dura 3-4 meses.
Unos kilómetros más adelante, encontramos
una manada de leones que descansaban plácidamente bajo la sombra de un árbol,
mientras a escasos metros, una manada de elefantes saciaba su sed en un
riachuelo.
Estábamos a tres metros de los leones, Nat
no paraba de sacar fotos mientras yo anotaba en nuestro cuaderno de viajes las
curiosidades que nuestro guía Faustine nos iba contando sobre el parque, los
animales y sobre Tanzania en general. Qué sensación más curiosa.
Eran casi las 13h y se acercaba uno de
los momentos más vibrantes y espectaculares de todos los días de safari.
Atravesamos el río Seronera, donde comparten hábitat cocodrilos e hipopótamos.
Solomon conducía mientras recibía información
a través del walkie talkie que no entendíamos, pero debían decir algo como “hay un leopardo subido en una acacia”. Pusimos
rumbo hacia aquel lugar, a orillas de un riachuelo cerca de donde el leopardo
descansaba había una manada de gacelas bebiendo. Más de una veintena de 4x4 con
personas de diferentes nacionalidades en su interior se agolpaban junto a la
acacia, mientras el sonido de las cámaras era continuo, pues es bastante
difícil ver un leopardo, y más en acción.
El felino con sus ojos y mirada
penetrante, divisaba cada movimiento de las gacelas, y casi cuando ya nos
íbamos a hacer el picnic, dejó caer su esbelto cuerpo deslizándose poco a poco
para bajar hasta el suelo. Con una agilidad asombrosa, se agazapó sobre los altos
pastos y sigilosamente se abalanzó sobre su presa, un macho de gacela de Thomson
(que suelen pesar entre 60 o 70kg). Fue sin duda el gran momento del
Safari.
Una vez que el leopardo había conseguido
su objetivo, descansó unos minutos al lado de su presa y con la desmesurada fuerza
de su mandíbula, la arrastró hasta el árbol donde trepó hasta la rama donde
minutos antes descansaba. Normalmente cazan por cazar, no porque tengan hambre,
y suelen subir sus presas a lo alto de las acacias para que otros carnívoros no
puedan comérselas. Os dejamos un vídeo resumen de lo que fue la caza del
leopardo a la gacela.
Tras haber presenciado en apenas 15
minutos, un resumen del lo que es el ciclo de la vida salvaje y aún con la boca
abierta por lo que habíamos presenciado, nos dirigimos a la zona del picnic Mawemeupe
o “zona de las piedras blancas”, donde el leopardo y sus habilidades
como cazador fueron el punto central de la conversación.
Una vez acabamos el picnic,
continuamos nuestro safari por una zona de riachuelos y palmeras, donde una
manada de elefantes nos cortaba el paso de la carretera. Nos hacían esperar
unos minutos que encantados disfrutamos observando sus pasos.
Era la hora de salir del parque y nos
quedaban 100km por delante desde el Serengeti
hasta Ikoma, donde pasaríamos la noche. Fue un trayecto bastante entretenido,
con una gran variedad de fauna a ambos lados de la carretera.
En un pueblo cercano donde dormiríamos,
un grupo de niños corría detrás de nosotros y después de preguntar a nuestros
guías, aprovechamos para parar y darles globos, pinturas, chocolatinas… nos
llenaron de sonrisas y nos saludaron efusivamente con sus brazos al aire
diciendo Karibu y Asante Sana. En esos momentos con
sensaciones encontradas, es cuando te das cuenta de qué felices somos con los
pequeños detalles.
Llegamos a nuestro destino, el Ikoma
Safari Camp, donde pudimos presenciar uno de los mejores atardeceres
que hayamos visto nunca, de esos que deberían ser eternos, donde el sol se escondía entre las acacias y las cabañas de
madera.
Esa noche durante la cena acompañados por
Faustine y Solomon, dialogamos sobre varios temas. El papel de la mujer en su
sociedad, la homosexualidad, la política, la educación, y les explicábamos sobre
cómo era todo esto en España, aprendimos muchísimo. Un vez más nos dimos cuenta
de que viajar te hace abrir tu mente y
aprender a ver puntos de vista diferentes aunque no estés de acuerdo.
#palabradeChencho
#palabradeChencho
Menudo día más completo! Me ha encantado el relato y ver como cruzarte con todos esos animales parece la cosa más normal del mundo. Uno de los viajes a los que le tengo más ganas, si señor!
ResponderEliminarun abrazo!
Muchas gracias por pasarte Car, la verdad que fue un día súper intenso de emociones. Parece que después de varios días de safari ver jirafas o cebras en libertad se te hace lo más normal del mundo jajj
EliminarEs un viaje que siempre recomendaremos hacer, ¡muy especial!
Un besote :)